María y Juan, padres y víctimas de violencia filio-parental, deciden alzar la voz para contar su experiencia tras años de sufrimiento. En una entrevista con Andrea Ropero, compartieron cómo la conducta de su hijo, siempre desafiante, se transformó en una agresión constante a medida que se acercaba a la mayoría de edad.

Lo que comenzó con simples discusiones se transformó en episodios violentos que incluían gritos, portazos, y destrucción de bienes. «Un simple ‘lávate los dientes’ ya era un problema», comenta el padre. Cuando María decide desconectar el wifi de la casa, ya que el menor no accede a colaborar en las tareas del hogar, este reacciona violentamente y arrincona a su madre contra la pared.

Prisioneros en su propio hogar, los padres toman la difícil decisión de denunciar a su hijo. Buscaron ayuda en la Fundación Amigó, pero su hijo abandonó el tratamiento y cortó todo contacto con ellos.

Para aquellos padres que puedan estar viviendo situaciones similares, María anima, que ante la mínima duda de que hay violencia, pedir ayuda.

Este testimonio no solo pone de manifiesto la realidad oculta de la violencia filio-parental, sino que también subraya la importancia de buscar ayuda antes de que sea demasiado tarde.

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