Julia, una madre, se enfrenta al desgarrador testimonio de denunciar a su propio hijo por malos tratos. Al principio, intentó justificar el difícil comportamiento del joven, pero los insultos y las vejaciones pronto se convirtieron en golpes y empujones.

Obligada por la situación, la madre decidió presentar una denuncia. Sin embargo, el proceso tuvo un alto costo emocional: perdió el contacto con su hijo y se enfrenta a un profundo sentimiento de culpa.

El hijo de Julia, ya mostraba un comportamiento difícil desde temprana edad, con falta de empatía y dificultad para aceptar la autoridad. A pesar de las señales de alerta, la situación empeoró con el tiempo, llevando a episodios de violencia física y verbal. Julia retiró la denuncia en un intento de dar una segunda oportunidad a su hijo, pero su comportamiento no cambió. Estos hechos, obligan a la madre a presentar una segunda denuncia y separarse de él.

La situación deja a Julia con un profundo dolor y un deseo de entender y ayudar a su hijo, mientras reclama más recursos y apoyo para familias en situaciones similares.

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