La violencia filio-parental, donde los hijos agreden física o verbalmente a sus progenitores, es un fenómeno que cada vez cobra mayor relevancia. A pesar de su gravedad, sigue siendo un problema silenciado. Según la Fiscalía General del Estado, en 2023 se interpusieron 4.416 denuncias por este tipo de agresiones, el doble que en 2006. Sin embargo, los expertos advierten que estas cifras no reflejan toda la realidad, ya que solo el 10% de los padres y madres víctimas se atreven a denunciar. El miedo y la vergüenza juegan un papel clave en la ocultación de estos casos.
La violencia no solo implica puñetazos o empujones, también incluye amenazas y chantajes que destruyen emocionalmente a las víctimas. Este tipo de agresiones suelen afectar principalmente a las madres, y muchas de ellas viven en un estado constante de terror, temiendo las reacciones impredecibles de sus hijos.
Expertos como Alfredo Abadías Selma subrayan la urgencia de visibilizar esta creciente problemática de la violencia filio-parental. Además, destaca que, a pesar del aumento en denuncias, muchos casos siguen sin ser reportados debido al miedo y la vergüenza de las víctimas. El Presidente de SEVIFIP aboga por la necesidad de ofrecer más recursos y apoyo para las familias, así como por la concienciación social para dejar de estigmatizar a quienes deciden denunciar estas agresiones.
Lee el artículo de Sonsoles Echavarren en el Diario de Navarra