Los profesionales coinciden en que esta violencia no comienza con el golpe o el grito, sino mucho antes

Existe una tensión constante, muchas veces no verbalizada, que deja huella en todos los miembros de la familia y es difícil de reconocer desde dentro. Gabriela Sánchez, trabajadora social especializada en VFP, insiste en la importancia de escuchar, observar y medir el tiempo que se vive bajo esa presión invisible. A su vez, Paloma Crespo subraya que las familias monoparentales y las madres son las más afectadas, ya que suelen ser percibidas como figuras “más frágiles”.

Tanto Crespo como Paraíso coinciden en que la intervención debe comenzar desde la infancia, promoviendo límites saludables, habilidades emocionales y una comunicación afectiva. Reconocen, sin embargo, que todavía cuesta romper el tabú: muchas familias siguen sin pedir ayuda por vergüenza, miedo o culpa.

Es fundamental dar voz a quienes vive o han vivido la violencia filio-parental en silencio. Porque visibilizar no solo ayuda a otras familias a entender que no están solas, sino que permite actuar a tiempo, antes de que la violencia se normalice o se convierta en crónica.

Lee el artículo completo “La violencia de hijos a padres aflora tras años de silencio” en el diario La Tribuna de Cuenca

Compartir